viernes, 15 de agosto de 2008

Max Weber

Economía y Sociedad

Capitulo 1. “Concepto de lucha”

8. Debe entenderse que una relación social es de lucha cuando la acción se orienta por el propósito de imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes. Se denominan “pacíficos” aquellos medios de lucha en donde no hay una violencia física efectiva. La lucha “pacifica” llamase “competencia” cuando se trata de la adquisición formalmente pacifica de un poder de disposición propio sobre probabilidades deseadas también por otros. Hay competencia regulada en la medida en que este orientada, en sus fines y medios, por un orden determinado. A la lucha (latente) por la existencia que, sin intenciones dirigidas contra otros, tiene lugar, sin embargo, tanto entre individuos como entre tipos de los mismos, por las probabilidades existentes de vida y de supervivencia, la denominaremos “selección”: la cual es “selección social” cuando se trata de probabilidades de vida de los vivientes, o “selección biológica” cuando se trata de las probabilidades de supervivencia del tipo hereditario.

1. Entre las formas de lucha existen las mas diversas transiciones sin solución de continuidad: desde aquella sangrienta, dirigida a la aniquilación de la vida del contrario y desligada de toda regla, hasta el combate entre caballeros “convencionalmente” regulado (la invitación del heraldo antes de la batalla de Fontenoy: messieurs les Anglais, tirez les premiers) y la pugna deportiva con sus reglas; desde la competencia no sometida a regla alguna, por ejemplo, la competencia erótica por los favores de una dama, pasando por la competencia económica regulada por el mercado, hasta llegar a la competencia estrictamente ordenada como la artística o la “lucha electoral”. La delimitacion conceptual de la lucha violenta se justifica por la peculiaridad de sus medios normales y por las consecuencias sociológicas particulares que, por esa razón, acarrea su presencia (ver Cap. 2 y posteriormente).

2. Toda lucha y competencia típicas y en masa llevan a la larga, no obstante las posibles intervenciones de la fortuna y del azar, a una “selección” de los que poseen en mayor medida las condiciones personales requeridas por termino medio para triunfar en la lucha. Cuales sean esas cualidades –si la fuerza física o la astucia sin escrúpulos, si la intensidad en el rendimiento espiritual o meros pulmones y técnica demagógica, si la devoción de los jefes o el halago de las masas, si la originalidad creadora o la facilidad de adaptación social, si cualidades extraordinarias o cualidad mediocres- es cosa que solo pueden decidir las condiciones de la competencia y de la lucha; entre las cuales, a parte de todas las posibles cualidades tanto individuales como de masa, hay que contar aquellos ordenes por los que la conducta, ya sea tradicional, ya sea racional –con arreglo a fines o con arreglo a valores- se orienta en la lucha. Cada uno de ellos influye en las probabilidades de la selección social. No toda selección social es una “lucha” en el sentido aquí admitido. Selección social significa, por lo pronto, tan solo, que determinados tipos de conducta y, eventualmente de cualidades personales, tienen más probabilidades de entrar en una determinada relación social (como “amante”, “marido”, “diputado”, “funcionario”, “contratista de obras”, “director general”, [31] “empresario”, etcétera). Con lo cual nada se dice sobre si esas probabilidades sociales se adquirieron por medio de lucha, ni si con ellas mejoran o no las probabilidades de supervivencia biológica del tipo en cuestión.

Solo hablaremos de “lucha” cuando se de una autentica “competencia”. Según enseña la experiencia la lucha es ineludible de hecho en el sentido de “selección” y lo es en principio en el sentido de “selección biológica”. La selección es “eterna”, porque no hay manera de imaginar medio alguno para descartarla de modo total. Un orden pacifista de rigurosa observancia solo puede eliminar ciertos medios y determinados objetos y direcciones de lucha. Lo cual significa que otros medios de lucha llevan al triunfo en la competencia (abierta) o –en el caso en que se imagine a esta eliminada (lo que solo seria posible de modo teórico y utópico)- en la selección (latente) de las probabilidades de vida y de supervivencia; y que tales medios habrán de favorecer a los que de ellos dispongan, bien por herencia, bien por educación. Los límites de una eliminación de la lucha se encuentran, empíricamente, en la selección social y por principio en la biológica.

3. Hay que separar, naturalmente, de la lucha de los individuos por las probabilidades de vida y supervivencia, la lucha y selección de las relaciones sociales. Ahora bien, estos conceptos solo pueden usarse en un sentido metafórico. Pues las “relaciones” solo existen como acciones humanas de determinado sentido. Por tanto, una lucha o selección entre ellas significa que una determinada clase de acción ha sido desplazada en el curso del tiempo por otra, sea del mismo o de otros hombres. Lo cual es posible de diversas maneras. La acción humana puede a) dirigirse conscientemente a estorbar una relación social concretamente determinada o determinada en su generalidad especifica (es decir, a estorbar el desarrollo de la acción correspondiente a su contenido de sentido); o impedir su nacimiento o subsistencia (un “estado” por medio de la guerra o la revolución; una “conjura”, por una represión sangrienta; el “concubinato”, por medio de medidas policíacas; “negocios usurarios” retirándoles la protección jurídica y sancionándolos penalmente); o a favorecer conscientemente la subsistencia de una categoría de relaciones a costa de las demás: lo mismo los individuos aislados que asociados pueden proponerse tal fin. O también puede ocurrir b) que el desarrollo de la acción social y sus condiciones determinantes de toda índole tengan como consecuencia accesoria, no querida, el hecho de que determinadas relaciones (es decir, la acción por ellas supuesta) disminuya progresivamente sus probabilidades de persistencia o de una nueva formación. Todas las condiciones naturales y culturales, cualquiera que sea su clase, da lugar en algún modo, en caso de variación, a ese desplazamiento en las probabilidades de las mas diversas relaciones sociales. Y en tales casos cada quien puede hablar de una selección de las relaciones sociales –por ejemplo de los estados- en la que triunfa la “mas fuerte” (en el sentido de la “mas adaptable”). Pero, debe insistirse en que esa llamada “selección” nada tiene que ver con la selección de los tipos humanos ni en el sentido social ni en el biológico; y que, en cada caso concreto, debe uno preguntarse que ha producido ese desplazamiento de las probabilidades respecto de una u otra forma de acción social, o ha destruido una relación social, o ha asegurado su persistencia frente a las demás; no debiendo olvidarse, tampoco, que esas causas son tan múltiples que resulta imposible abarcarlas con una formula única. También existe en estos casos el peligro de insertar “valoraciones” incontroladas en la investigación empírica y, sobre todo, de deslizar la apología de un resultado, que a menudo esta individualmente condicionado en el caso particular y es, por lo tanto, puramente “casual”. Los ejemplos abundan en estos últimos anos. Debe, pues, recordarse que la eliminación de una relación social (concreta o cualitativamente [32] especificada) se debe con frecuencia a causas de carácter muy concreto, lo que nada nos dice en contra de la “viabilidad” general de la relación en cuestión.

2 comentarios:

JuAn dijo...

Gracias! Me ahorraron un buen rato de revolver entre viejos apuntes

Esther dijo...

Gracias a PICASO por compartir con nosotros. Sigo aprendiendo. Saludos con afecto, Tey.