sábado, 31 de marzo de 2007

Ejercicio Inicial sobre "Los hechos armados"

Este será nuestro primer texto de presentación de “Los hechos armados”, lo utilizaremos como comienzo de los ejercicios. A continuación, se transcriben párrafos del libro:

"¿Pero cuáles fueron las imágenes, los argumentos utilizados y manipulados a partir de los que constituyó una complicidad involuntaria con el enemigo y que le otorgaría al mismo una ventaja estratégica considerable?

"Reprimidos"y "represores" formarían los polos de un amplio exceso: los delincuentes subversivos que llegan al asesinato sin razón; las fuerzas legales que reprimen sin limitación.

Conciente o inconcientemente, los bandos en pugna asumirían una complicidad: la figura de un "delito" y el exceso de su contrapartida constituyó el núcleo procesual ideológico que entorpeció la percepción y el análisis de los hechos, de importantes sectores del campo popular. Con ello, el enemigo logró un avance estratégico en el desarme moral y político de los sectores populares.
[1]

En imagen, el "delito" y el "castigo" enturbian a quién muere y cómo lo hace, creando una contabilidad sin sujeto, necesaria y adversa por definición.

La conciencia burguesa -personificada alternativa y erráticamente por el presidente popular o por los comandantes en Jefe de las fuerzas armadas del Estado- señalaba los hechos armados y les atribuía un contenido indiscutible: "... los delincuentes subversivos matan... nosotros reprimimos".

La conciencia burguesa recuperaba territorios en el campo popular; las frescas convicciones se volvían insostenibles en particular en aquellas fracciones sociales que más tardíamente habían sufrido y aprendido de la fuerza del enemigo, de sus matanzas, de sus arbitrariedades; y, por supuesto, se fortalecían enormemente las fracciones ideológicamente burguesas de las clases populares, pues para dichas fracciones esa conciencia burguesa era un ariete sustantivo en la lucha por la conducción del movimiento de masas.

El enemigo avanzaba con decisión y mostraba cifras, al tiempo que se tornaba francamente democrático con la libertad de prensa, dejaba que el periodismo profesional publicitara la avalancha de hechos armados; no así cuando las informaciones intentaban ser, o eran propaladas directamente por las organizaciones armadas consideradas subversivas.

En realidad las "cifras" y las "proposiciones" son armas del enemigo en esa lucha y en ese período; el enemigo asume con claridad su lugar en la lucha por la conducción del movimiento de masas, mantiene y desarrolla una estrategia político militar en un período que, desde su perspectiva, se inscribe en la defensa estratégica de su dominación burguesa.

Nos proporcionó animosamente los hechos, pero desagregados, atomizados, desarticulados; pues ese enemigo se encargó de construir las imágenes que les otorgaban sentido. Los puso al alcance de todos -su actitud democrática parecía no tener límites- pero, simultáneamente -y quién puede dudar de su derecho- con su interpretación, con sus magnitudes y categorías, en un enunciado cuya universalidad no deja lugar a dudas.



El enemigo muestra y reitera a partir de la fuerza de los hechos, sus enunciados, sus proposiciones, hasta lograr sembrar la convicción de su verdad más allá de sus propios territorios sociales e ideológicos:[2]

"la gran mayoría de los hechos que producen las fuerzas subversivas son hechos con muertos y heridos";

"en cambio, las fuerzas legales concentran la gran mayoría de sus hechos armados deteniendo y no matando".

De una manera u otra, los contenidos de las proposiciones, empíricamente establecidas, se deslizaron y penetraron en cuanta brecha y fractura encontraron en las fuerza populares. Las cifras eran verdaderas, imponían respetabilidad por ser productos de la realidad, de un proceso "público", fotografiado, televisado, publicado... medido.

Esas proposiciones no fueron enfrentadas por los sectores revolucionarios, que apelaron -en el mejor de los casos-, para despreciarlas, pero no para atacarlas, a las propias convicciones. El enemigo se encargó de distraer a importantes fracciones que no contaban con tan hondas convicciones, logrando desarmarlas política e ideológicamente, hasta distanciarlas y neutralizarlas de las luchas políticas y sociales.

Sin embargo, había la posibilidad de un combate, necesario, del cual no era posible desligarse, porque también la lucha se establece en esas condiciones, y aún hoy se mantienen.

Allí están las cifras, debemos recuperar las dudas, volver sobre los hechos, poner a prueba otras verdades. ¿Es posible otra lectura?, ¿los hechos la permiten?”

Para responder a estos interrogantes usted puede utilizar el libro.


NOTAS

[1] La situación por la que atraviesa el proceso político argentino es presentado, particularmente en el exterior del país, como una lucha de carácter represivo contra una tendencia delictual. En esta versión participan incluso organizaciones que intentan otorgarle un carácter revolucionario a su política: en la búsqueda de solidaridad apelan a la consigna de la lucha contra la represión, y se presentan a sí mismas como las víctimas de esa represión, y no como grupos de combatientes que piden solidaridad para su lucha, en las condiciones en que ésta se da concretamente.

[2] En nuestro discurso, las frases entrecomilladas hacen referencia a una ilustración -un ejercicio metodológico en el nivel del lenguaje, oral o escrito- acerca de proposiciones formuladas en relación a los hechos armados, a lo largo del período estudiado.

1 comentario:

Unknown dijo...

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