domingo, 1 de abril de 2007

Historia de la Carrera de Sociología

A principios de 2003, la dirección compartida de la Carrera de Sociología invitó entre otros a los profesores Horacio González y Juan Carlos Marín al debate. Durante aquel año, Christian Castillo y Miguel Angel Forte co-dirigieron la Carrera, expresando de algún modo la resultante de la iniciativa y la lucha desencadenada por los estudiantes para elegir en forma directa a la dirección de Sociología.A continuación, transcribimos el discurso de cierre de la jornada.


Juan Carlos Marín: Previamente quiero agradecer a la nueva dirección de la Carrera de Sociología por el empeño de habernos juntado en esta jornada, y sobre todo por el genuino desafío de las dos personas que acaban de hablar, de pensar en voz alta, de no ir tanto con una forma pre–establecida a la reflexión sino de instalar un momento de reflexión. Y también quiero particularmente agradecer a Horacio [González] por haber instalado con tanta nitidez y franqueza, quizás uno de los temas que más nos motiva a todos. En el conjunto de los temas que fueron muchos, quiero enfatizar algo, que es central y conviene no olvidar. La mayoría de los que estamos aquí por rutas muy diferentes a veces y algún tronco común, tenemos la más profunda convicción acerca de nuestra disconformidad con el orden social que nos rodea y con el cual vivimos. Creo que es esa disconformidad sustantiva la que hay que instalar para entender en qué momento en Argentina se construye, en busca del desafío de instalar parte de las ciencias sociales y el destino del conjunto de las ciencias sociales, una carrera. O sea, en qué momento se instala la Sociología como una carrera sistemática en la vida de la Universidad Argentina. Sólo se puede comprender si se vuelve a instalar esa disconformidad, que ha producido gran parte del actual movimiento de renovación, de reconstrucción del hábitat de Sociología. Pero sobre todo, tratar de comprender en qué momento de la historia del mundo se instaló eso; se instaló en un momento que uno de los elementos centrales de la vida era la lucha contra el fascismo, la lucha contra el espíritu de una Alemania nazi, No se puede entender la fundación de la Sociología, a fines de la década del ´50 si no se comprende que la gran mayoría de los que comenzaron esta empresa con muy pocos recursos -entre ellos, pocos recursos intelectuales- los que emprendieron esa tarea eran luchadores antifascistas, no sólo gente disconforme con el carácter capitalista del orden social, sino con la certidumbre y la plenitud de que la lucha antifascista era y constituía una lucha permanente. No era el accidente del desenvolvimiento del Capitalismo de escala mundial, era un elemento intrínseco permanente en el Capitalismo y que había tenido una de sus expresiones más aberrantes e inhumanas.
La carrera se funda prácticamente porque un conjunto de militantes universitarios crean las pre-condiciones a partir de la toma de la Universidad hacia fines del ´55. Es a partir de esta determinación de una parte sustantiva del movimiento estudiantil que instala una figura que tiene importancia excepcional en la creación de la carrera de Sociología como es la figura de José Luis Romero. Tal es la visibilidad que crea un conjunto de luchadores antifascistas y que también albergaban un profundo deseo de carácter socialista el que crea las pre-condiciones de desencadenar una nueva actividad académica en la vida de la Universidad Argentina. Es a partir del nombramiento de José Luis Romero como rector e interventor de la Universidad que se avanza en la certidumbre deseada del movimiento estudiantil, sobre todo en todos aquellos en que aparece un segundo elemento sustantivo, que creo es el que realmente golpea permanentemente a Horacio [González], aparece la necesidad de conocer con una radicalidad sustantiva, que nos haga comprensibles este proceso reiterativo del carácter capitalista del orden social, esta inhumanidad que se instala permanentemente. Es por eso que el nacimiento de la carrera de Sociología tiene un profundo compromiso con el carácter cultural de ese tipo de disconformidad.
La Sociología que se instaló a fines de la década del ´50, ha sido muy confundida y atacada por confundirla con una especie de cientificismo cuantitativo, cuando en realidad la empresa que intentaban realizar, que realizaba en gran medida el primer destacamento, era una empresa consustanciada por desentrañar el orden cultural que había creado con esa capacidad de originalidad, al fascismo y al nazismo, esta era una demanda sustantiva que corta transversalmente a la cultura en todo el mundo. Desentrañar el fascismo, no como un desafío netamente historicista, sino desentrañar esa capacidad inventiva del Capitalismo. Este creo que es un elemento esencial para comprender la creación de la Carrera.
Cuando Horacio [González] dice que hay algo de ruptura en la fundación de la sociología como carrera a fines de la década del ´50, es cierto, tiene mucho de ruptura. Porque el tipo de desafío que tenía que enfrentar este conjunto de gente era un desafío relativamente original, no era el desafío que la Sociología inicial argentina había tenido que enfrentar con esa intensidad y dramaticidad. El fascismo en Argentina no era un elemento ajeno, que ocurría en Europa, el fascismo era un elemento de la vida de los argentinos durante la década del ´30 con una profundidad total.
Entender esto, nos hace comprensible a uno de los precursores mas sustantivos de la lucha que hubo contra el fascismo, y que tuvo en Argentina un Severino Di Giovanni, alguien que tenía la más profunda convicción de que había que enfrentar a ese carácter del Capitalismo de manera frontal y sin ningún tipo de concesión, fue el primer mártir claro, nítido, de la lucha antifascista en Argentina. Ese magnífico libro de Osvaldo Bayer, esa nítida radiografía que nos permite entender el precio que pagó un luchador antifascista, era en Argentina, no era en Italia. O sea que, la lucha contra el fascismo no era una lucha de moda europea. La lucha antifascista era una lucha que tenía su territorio en realidad también en Argentina que, por supuesto, fue alimentada por una enorme cantidad de luchadores antifascistas que tuvieron que emigrar o fueron expulsados por razones políticas a la Argentina.
El Germani que va a buscar el movimiento estudiantil, es el Germani que viene de una tradición y una lucha antifascista y también de un deseo hacia el Socialismo, como expresión de su crítica al Capitalismo. Y el Germani tiene una concepción estratégica de cómo instalar ese desafío de generar una carrera, y su concepción estratégica está fundada en enfrentar con nitidez una estrategia de construcción de conocimiento. Ese es el Germani que el movimiento estudiantil admite y apoya y con quien se asocia en la empresa de construir la carrera. Y la carrera comenzó su ciclo y, de alguna manera notable influyó prácticamente no sólo en Argentina sino en gran parte de América Latina. Pero serán los procesos políticos sociales inmediatos los que habían determinado esta situación, y quiero insistir en esto, la fundación de la Sociología como carrera es una fundación nítidamente política, y duró esa experiencia esa construcción de una manera sólida y casi monolítica hasta que las condiciones políticas del desarrollo de las luchas políticas en la Argentina la violentaron. Es importante también contar en qué momento esta relación solidaria entre estudiantes, jóvenes graduados en otras disciplinas y el mismo Germani se mantiene como una empresa única y trascendente.
A partir de mediados de la década del ´60 esta relación fraterna, idílica y solidaria se empieza a resquebrajar, como resultante de los procesos que asume la lucha política en Argentina.
Era legítimo para la enorme mayoría del movimiento estudiantil universitario que cubre del período del ´45 al ´55, su enfrentamiento frontal y su resistencia al gobierno del peronismo, era totalmente legítimo en tanto –el movimiento estudiantil- estaba influido notablemente por una cultura del antifascismo, y en la medida en que del ´45 al ´55 expresa un régimen -si bien no totalitario pero sí de un enorme autoritarismo político- era totalmente legítimo confrontarlo y el movimiento estudiantil tuvo miles de presos. La Universidad que pasó por el ´43 al ´45 comenzó a ser la Universidad del peronismo con el desalojo de una mayoría de personalidades, de intelectuales ilustres y consecuentes. La Universidad durante ese período -1945/55- fue una Universidad de carácter clericalista, prácticamente confesional, que se notó sobremanera en la Facultad de Filosofía y Letras. No fue casualidad que en la Facultad de Filosofía y Letras se instala la empresa de construir una carrera de Sociología. Y se instala allí porque se podía convivir con disciplinas como la carrera de Historia, Antropología y también se instala ahí porque simultáneamente es posible instalar y desencadenar también la carrera de Psicología: era el clima mínimo adecuado para instalar la Sociología en las condiciones de existencia de la ciencia social.
Pero esta empresa vivida con pasión por gente que tenía una enorme disconformidad con el orden político y social dominante empieza a resquebrajarse cuando las luchas políticas en Argentina empiezan a instalar como una demanda de esencialidad luchar contra la proscripción política de lo que la mayoría de los obreros sentían como propia. Es a partir del principio de la década del ´60 que esta determinación de los jóvenes que mantenían su sensibilidad ante todo proceso de inhumanidad. Y era, en particular, una gran inhumanidad proscribir políticamente al movimiento de masas; sobre todo de carácter obrero en Argentina. El movimiento estudiantil se hace sensible de la demanda de lucha por lo que esas masas consideraban su identidad política y es a partir de ese momento que se produce una crisis de los luchadores antifascistas. Esa crisis expresó su peor momento hacia el ´62, ´63, y prácticamente encuentra, cuando se produce la dictadura de Onganía, todo el ámbito de la carrera de Sociología dividida, en sentido en que aquellos que mantenían una lucha libertaria que comprendían lo que había sido la experiencia de masas, era una experiencia de masas obreras, no era la de una radicalidad de lucha por el Socialismo ni por la revolución, había sido una reivindicación de lucha de los obreros por ser considerados ciudadanos, del precio que aún de carácter capitalista de sistema le cobraba seguía siendo una exclusión.
O sea que el Capitalismo argentino de la década del ´50 al ´60 no soporta incorporar ni como ciudadano ni como elector a la inmensa mayoría de lo que era la expresión política de los obreros. Es cierto, se podría argüir que –esos obreros- no tenían un carácter de clase, se podría argüir que ese movimiento al cual adscribían, de alguna manera, directa o indirecta, estaba subordinado al Capitalismo o al carácter de algunas de sus fracciones dominantes; pero lo que no podía legitimar la inmensa mayoría del movimiento estudiantil y sobre todo aquellos que habían sido solidarios y consecuentes con la construcción de una disciplina, no podían permitir ese tipo de exclusión, ese tipo de salvedad, y confundir la lucha contra una concepción política-ideológica, convertirla en la práctica a la lucha por una exclusión de los procesos políticos prácticamente al conjunto de una clase social. Ahí, en el ´62 se produce la primer ruptura -al interior de los organizadores de la Carrera- por esta empresa compartida.
Y es muy interesante porque coincide, a su vez, con una puesta en duda de los paradigmas y de los marcos epistémicos con que se había instalado y desarrollado el desenvolvimiento de la Sociología científica; de una u otra manera este desenvolvimiento de la Sociología científica estaba prácticamente monopolizado por el clima y la cultura que en ese momento a escala mundial se desarrollaba en el campo de las Ciencias Sociales. Un movimiento que de alguna manera, había comenzado a reemplazar las sugerencias del marxismo, en particular de Marx, por modelos analíticos de otra naturaleza. Cuando se introduce una demanda cada vez más sistemática hacia la dirección de esta empresa académica de Sociología por hacer presente el marco epistémico marxista, encuentra una enorme resistencia. Es a partir de ese momento que se produce una crisis en esta empresa que, hasta ese momento era monolítica y de tremenda unanimidad.
Pocas veces se habla de ese momento de crisis y una de las razones fundamentales de por qué no se habla, es porque prácticamente el desenvolvimiento de esa crisis coincide y es oscurecido por el golpe militar de Juan Carlos Onganía. Se produce en el ´66, en el momento que la crisis acerca de cuál debía ser la dirección de la carrera de Sociología, cuáles debían ser los problemas a investigar y, sobre todo, cuáles deberían ser los modos de articularse los problemas a investigar y los problemas de las luchas políticas sociales en Argentina. Este proceso que se estaba desarrollando es oscurecido por el golpe militar de Onganía.
Yo les advertí una cosa, para que no pase desapercibida, la construcción de la carrera de Sociología entre el ´56 y el ´57 fue tremendamente atacada por los aparatos de inteligencia del Estado. Ese colectivo de sociología era acusado permanentemente por los servicios de inteligencia de ser una especie de “grupo de Frankfurt”, construyendo su alternativa en Argentina. Era un ataque sistemático. La carrera sistemáticamente era atacada por dos grandes razones: Germani era judío, Germani era marxista. Digo estos elementos porque hace comprensible el por qué gran parte de este movimiento estudiantil enfrentaba el ataque de los enemigos y cubrir el espacio histórico para poder fundar el desarrollo de la investigación científica, desde las perspectivas sociológicas en un anclaje amplio de las ciencias sociales.
En esta empresa, el modo como se desarrolló la enseñanza durante los primeros cinco, seis años, sólo es inteligible, insisto y reitero, si es que a la figura de Germani se le une la figura de José Luis Romero: es tremendamente central este tema. Digo esto porque en el desarrollo histórico de los reconocimientos del pasado, la figura de José Luis Romero desaparece. Y queda sobre enfatizada la figura de Gino Germani. Que Germani tenía méritos para el lugar que ocupa hoy día en la memoria, no hay duda. Pero es necesario señalar que los procesos políticos que se desarrollaron posteriormente encubrieron y excluyeron a uno de los más magníficos historiadores de Argentina, que es José Luis Romero.
Creo que también entre las lecturas que sugiere Horacio [González], la reconstrucción de José Luis Romero tiene que ocupar un espacio. (Aplausos).
FIN

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